Estoy segura que has sentido alguna vez
ese micro infarto cuando crees haber bajado la última escalera o la
sensación de inseguridad y miedo, cuando tus hijos se van de
colonias por primera vez, y por segunda y por tercera...(y así
sucesivamente hasta que cumplen 40 años)
Tener Esclerodermia me hace sentir a
ratos así, es como ir en moto sin casco y sin frenos. Cuando Albert
me lleva de paquete, me acuerdo de la enfermedad y de lo vulnerable
que me hace sentir. Un despiste, un bache, o cualquier agente externo
podría hacernos caer y poner nuestra vida en riesgo. Lo bueno que
tiene la moto es que cuando el trayecto acabe, el peligro desaparece,
a diferencia de la enfermedad, pues ella nunca va a parar y yo no la
puedo controlar, solo puedo elegir el camino que menos baches tenga y
el que menos semáforos en rojo haya.